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La importancia de nuestra narrativa: la historia que nos contamos a nosotros mismos
Introducción a nuestra narrativa
Nuestra vida es una historia que nos contamos a nosotros mismos, una narración que modelamos y remodelamos a través de nuestras experiencias y creencias.
Esta historia es algo más que un relato de acontecimientos pasados o una predicción de posibilidades futuras.
Es el marco que da estructura y sentido a nuestra percepción de nosotros mismos y de nuestro entorno.
Nuestra narrativa es una interpretación del mundo tridimensional en el que vivimos. Un mundo neutral por ley y basado en la ley de la dualidad, según la cual todo tiene dos potenciales: uno positivo y otro negativo. Es nuestro libre albedrío y nuestro enfoque lo que nos da la oportunidad de orientarnos en este entorno neutral, de decidir en qué nos centramos y cómo pensamos sobre aquello en lo que nos centramos.
La ley de acción y reacción en el contexto de la narrativa
Nuestra comprensión del entorno viene determinada por la ley de acción y reacción. Cuando percibimos algo, se desencadena un pensamiento, que a su vez provoca una reacción, una emoción. Esto provoca otra reacción, un sentimiento, y el ciclo continúa. Las emociones y sentimientos que experimentamos en respuesta a nuestras percepciones son, por tanto, el resultado directo de nuestros pensamientos y creencias iniciales. Son el producto de nuestra interpretación de la realidad neutra, una polaridad que es positiva o negativa.
Un ejemplo de ello es cómo podemos reaccionar ante el tiempo. En un día lluvioso, una persona puede centrarse en los aspectos negativos y encontrar la lluvia molesta y desagradable. Puede sentirse perezosa y deprimida sólo porque esté lloviendo. Otra persona puede ver la lluvia de forma positiva, percibirla como refrescante y vivificante, y sentir así alegría y satisfacción. Ambas personas han experimentado la misma realidad neutra -la lluvia-, pero sus diferentes interpretaciones han provocado reacciones emocionales y de sentimiento completamente distintas.
El papel de las creencias en nuestra narrativa
Nuestros pensamientos y emociones, que vienen determinados por la forma en que percibimos e interpretamos nuestro entorno, conforman con el tiempo nuestras creencias o fes más arraigadas. Igual que aprendemos un idioma, también aprendemos a automatizar ciertos pensamientos y reacciones pensándolos una y otra vez. Estos pensamientos automatizados se convierten en creencias que controlan nuestra percepción y reacción ante el mundo, a menudo sin que seamos conscientes de ello.
Un ejemplo práctico de ello es la forma en que nos vemos a nosotros mismos. Si seguimos diciéndonos a nosotros mismos que no somos lo suficientemente buenos, que siempre cometemos errores o que no nos quieren, estos pensamientos se convierten en creencias. Estas creencias influyen en cómo vemos el mundo que nos rodea y a nosotros mismos, y dan forma a nuestra narrativa personal.
La percepción selectiva y nuestra narrativa
Nuestras creencias también influyen en nuestra percepción selectiva. Nuestro cerebro no puede procesar toda la información que recibimos de nuestro entorno. Por lo tanto, elige selectivamente la información que considera relevante en función de nuestras creencias. De los aproximadamente 15 millones de bits de información que percibimos inconscientemente por segundo, nuestro cerebro filtra más del 99%. Por tanto, nuestras percepciones conscientes están muy influidas por nuestras creencias.
Por ejemplo, si una persona tiene la creencia de que el mundo es un lugar peligroso, es probable que observe y recuerde situaciones y acontecimientos que confirmen esta creencia. Por otro lado, puede pasar por alto u olvidar acontecimientos positivos porque no encajan en su relato.
Limitaciones a través de nuestra narrativa
Nuestra narrativa puede limitarnos e incluso sabotearnos de muchas maneras, sobre todo si se basa en creencias negativas. Puede cegarnos ante las posibilidades y el potencial que ofrece nuestra realidad neutra. Puede hacernos repetir patrones y hábitos negativos que nos impiden hacer cambios positivos en nuestra vida. Y puede mantenernos atrapados en una historia que no se corresponde con nuestro verdadero yo ni con nuestros deseos y aspiraciones más profundos.
Por lo tanto, es crucial cuestionar nuestra narrativa y examinar las creencias que contiene. ¿Son ciertas? ¿Son útiles? ¿Nos acercan a lo que realmente queremos ser y hacer? ¿O nos están frenando?
Conclusión
Nuestra narrativa no es sólo una historia que nos contamos a nosotros mismos, sino el prisma a través del cual vemos y entendemos nuestro mundo. Moldea nuestras percepciones, nuestro pensamiento y nuestros sentimientos. Y puede liberarnos o encadenarnos, dependiendo de las creencias que la impulsen. Si modelamos conscientemente nuestra narrativa y elegimos creencias positivas y fortalecedoras, podremos vivir vidas más plenas y significativas.